viernes, 23 de abril de 2021

Guía para la primera evaluación de Pensamiento y lenguaj

 


e (Centro Universitario Emmanuel Kant,

Licenciatura en Psicología)

Pregunta: según el planteamiento husserliano de la intencionalidad, ¿hay conciencia cuando sueñas?

 

   Ahora, cuando se percibe algo se lo percibe como ese algo, como tal o cual cosa. ¿Ya empezamos con rarezas? No desesperes; ahora verás, por medio de algunos ejemplos, cuán sencillo es lo anterior:

 

(a) Veo ese objeto que está sobre la mesa como una botella –es más: veo esa botella como tal, como una botella.

 

(b) Escucho esa serie de sonidos como una canción.

 

(c) Observo la luz roja que está en el semáforo como “alto”.

 

A este mentar/ tematizar/ intencionar algo como algo lo hemos de llamar “sentido”. El concepto es muy importante; por medio de éste, Husserl nos muestra que nuestros actos intencionales no carecen de significado sino que, por el contrario, siempre están cargados de éste. Conviene preguntarnos: ¿de qué depende ese sentido? ¿El sentido es dado por el objeto o por nosotros que interactuamos con éste? La respuesta: por los dos. Recordemos los magníficos libros de primaria con los cuales la SEP nos formó, aquellos que en su portada tenían una representación de la patria como una guapa joven vestida de blanco, empuñando la bandera nacional. En los de historia había una afirmación que se repetía de continuo: cuando los españoles llegaron a Tenochtitlan, los mexicas no los vieron como hombres montados sobre caballos sino como hombres-venado. Ante semejante afirmación, el sacón de onda por parte del alumnado resultaba inevitable pero nuestr@s profesor@s agregaban: “esto era así porque los mexicas no conocían los caballos”. Analicemos lo anterior:

 

-Los mexicas percibían (mentaban/ tematizaban/ intencionaban) algo.

 

-Los mexicas no conocían a los caballos pero sí conocían a los venados.

 

-Los mexicas no percibieron (mentaron/tematizaron/intencionaron) a los españoles como (con el sentido de) hombres montados a caballo.

 

-Los mexicas no percibieron a los españoles como (con el sentido de) hombres-pájaro, ni como ríos, ni como aretes de señora “totalmente Tlatelolco” o “totalmente Pochteca” (el “totalmente Palacio” de la época): los percibieron/mentaron/tematizaron como hombres-venado porque los venados, efectivamente, tienen cierta semejanza física con los caballos.

 

De todo lo anterior, se sigue:

 

1. Uno intenciona y dota de sentido sobre la base de conocimientos previos.

 

2. Uno no puede dotar libremente de sentido a lo mentado porque éste se presenta por sí mismo y con sus propias características. 

 

Con estas conclusiones, podemos obtener varios conceptos que se nos han quedado en el plumero (o, mejor dicho, en los dedos que teclean):

 

-A ese fondo de conocimientos que condicionan la intencionalidad y el sentido lo llamaremos “sustrato de habitualidades”. El sustrato de habitualidades reúne todos nuestros conocimientos, valores (lo que es bueno y malo, lo que es bonito y feo) y creencias, tanto aquellos que nos ha brindado la cultura, como los que hemos desarrollado por nosotros mismos. Se le llama “sustrato” porque es aquello que subyace, aquello que se encuentra debajo de la intencionalidad y que constituye, en conjunto, nuestros hábitos.

 

-A ese aparecer del objeto con sus propias características se le llama “donación”. Se le llama de tal manera porque, así como un ricachón dona dinero, los objetos donan su sentido propio a nuestra captación.

 

Antes de pasar al próximo apartado, cerremos el presente con una serie de conceptos que engloban todo lo expuesto hasta este momento:

 

-A la totalidad integrada por la conciencia que mienta y lo mentado que aparece, lo llamaremos “fenómeno”. El fenómeno, en tanto es experimentado por alguien, se ha de entender como una “vivencia”.

 

-El fenómeno posee dos “polos”, dos “extremos”: la “noesis” y el “noema”. La noesis es el polo o extremo subjetivo del fenómeno, esto es, la conciencia que mienta; el noema es el polo o extremo objetivo, es decir, el objeto mentado por la conciencia.

 

¡Oh! Nuestro amigo Juanín observa con atención a un perrito. Aprovechemos esta ocasión para entender mejor nuestros conceptos.

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 comentario:

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