Como cada día y sin proponérmelo, tienes un buen rato en mi mente, a ti destino recuerdos, pensamientos, evocaciones de momentos idos hace años.
Al recordarte, no logro dibujar en mi memoria la totalidad de tus rasgos, hay detalles faciales que he olvidado. Sin embargo, al ver tus fotografías te presentas ante mí tal y como fuiste.
Hace algunos días, a finales de enero, escuché un anuncio, una posibilidad para hacer real una intención latente desde tu partida. Un comercial en el que un locutor prestaba su voz para leer poemas.
“¡Qué buena suerte!”, pensé. Con ansiedad, bajé y una vez frente a la computadora, hice lo necesario para localizar el canal e intentar ponerme en contacto con el sujeto que daría voz a tus letras; me fue imposible debido a mi poca visión. Telefoneé a Gigí, como solías llamar a tu esposa, comuniqué mi hallazgo y pedí que indagara sobre los detalles de la transacción.
La semana pasada dimos los pasos y hoy recibimos la grabación de tus textos. Están increíbles, yo paso de la felicidad a la añoranza, mis lágrimas son mezcla, fusión de alegría y nostalgia, de plenitud y ausencia pero también de posibilidad, de memoria, de recuerdo, de orgullo, de ejemplo para tus amados hijos.