miércoles, 27 de marzo de 2024

TANGOS

 


 


   Hijito, ayer te recordé en tu etapa de juventud, a ti te encantaba escuchar tangos cuando eras un adolescente, tendrías alrededor de 17 años, edad en que el amor y el desamor se experimentan con la transparencia que nos da la ingenuidad.

   El gusto por ese género musical seguramente lo adquiriste por herencia, mi padre gustaba mucho de ellos, a mí también me encantan.  Pero tú fuiste más allá de los clásicos tangos de Carlos Gardel o Emilio Tuero.

   Inicié el posgrado en 1998, tuve una compañera madura, jubilada, que cursaba la maestría para entretenerse, según nos comentó en el momento de la presentación.  A ella también le gustaban los tangos y, al hablarle de ti, me llevó un engargolado grueso, contenía la letra de varios tangos y contenía el significado de modismos argentinos.

   Recuerdo con cuánto placer lo recibiste, cómo lo leíste y aprendiste significados de palabras ajenas a nuestros vocablos. 

   Te diste a la gustosa tarea de escuchar y aprender letras diferentes, con diversos cantores.

   Entre los títulos de canciones que más te gustaban figuran Sur, Por la vuelta y Vida mía.

   Te recreo en mi mente, te imagino cuando las cantabas, cariño mío.  Desde que partiste, hijito, el último título, Vida mía, la escucho con asiduidad y pienso en ti, porque a ti la dedico. 

    



 

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