viernes, 23 de abril de 2021

Guía para la primera evaluación de Pensamiento y lenguaj

 


e (Centro Universitario Emmanuel Kant,

Nota.  Hace alrededor de cinco años, Emilio trabajó como profesor en el CUEK.  Su profesionalismo y gran amor a la docencia y a los alumnos motivó la creación de un amplio texto, mismo que ilustró después de imprimir para, finalmente, repartir una copia a cada alumno.  Debido a la amplitud de esta Guía, hemos decidido publicarla por partes, las cuales se pueden leer  en orden descendente.

 

 

 

Emilio J. García Cuevas

 

Amig@ mí@, tienes en tus manos una guía que te ayudará a comprender los diversos conceptos expuestos hasta ahora en la materia Pensamiento y lenguaje.

   ¡Vaya quebradero de cabeza al que te ha sometido el profesor hasta hoy! Si a la dificultad propia de los contenidos, se aúna la lobreguez expositiva del facilitador (nota que estamos a la moda), es comprensible que, cuando piensas ahora en fenomenología, llegue hasta ti una suerte de muégano lingüístico.

   Para tu desgracia (aunque más adelante comprobarás que, por el contrario, resultará una bendición casi guadalupana), la fenomenología es un tema ineludible de nuestra materia, así que formará parte del examen a presentar en fechas próximas. No temas; si bien el camino estará plagado de dificultades, tu andar no será en solitario: te acompañará Juanín el jipi, estudiante de filosofía, personaje gracioso y ocurrente que, asido a tu mano, conducirá tus pasos por los escabrosos senderos de la fenomenología trascendental.

   Antes de comenzar, te sugiero que dejes a un lado la marejada de conceptos psicoanalíticos aprendidos hasta ahora; cuando se utilice el término “conciencia”, piensa en la noción intuitiva que te acompañó hasta los días anteriores a tu formación como futur@ psicólog@. Juntos –Juanín, tú y yo- corroboraremos que la fenomenología y su aparato teórico son mucho más transparentes que la “noche escura” en la cual te internarás cuando conozcas de primera mano a Don Jacques-Marie Émile Lacan. 

   Apoltronémonos en nuestras comodísimas bancas y comencemos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Fenomenología trascendental

Tal y como pudiste leer en el texto que Edmund Husserl escribió para la Encyclopaedia Britannica, la fenomenología es un método y una ciencia derivada de éste. Hagamos esto a un lado; el tema, abordado de esa manera, resultaría importante para una clase de epistemología, de metodología o, claro, de fenomenología. El propósito de nuestra materia es, sin embargo, estudiar la relación que existe entre el pensamiento y el lenguaje; por ello, haremos a un lado los conceptos –carísimos para la fenomenología- de epojé, reducción fenomenológica, reducción trascendental y demás, y nos limitaremos a estudiar el análisis –pertinente, este sí- de las vivencias.

 

¿Qué onda con la conciencia? ¿Qué es eso de la intencionalidad?

(a) Si llegaste tarde a casa por ir a una fiesta, tus papás te dirán algo como: “¿Es que no tienes conciencia?”. 

 

(b) De un amigo que gusta de viajar en motocicleta sin casco, solemos decir que es “un inconsciente”.

 

(c) Después de un golpazo en la cabeza, el QB de los Frailes “quedó inconsciente”.

 

Como puedes darte cuenta, el uso de los términos “conciencia” e “inconsciente” en las oraciones anteriores es muy diferente de aquel que es común a los psicoanalistas. Si bien nuestros dos primeros ejemplos tienen un dejo ético, también poseen cierta carga psicológica; así, podríamos sustituir (a) por “¿Es que no te das cuenta de tu error?” y explicar (b) como “Nuestro amigo no toma consciencia, esto es, no se da cuenta del peligro que enfrenta al viajar sin casco”. ¿Es momento de ponernos fenomenólogos? Sí, sólo un poquito: diremos que, al no darte cuenta de tu error, no mientas/ no tematizas tu error; tu amigo, a la vez, no mienta/ no tematiza el peligro que enfrenta. El ejemplo (c), por último, describiría algo así como “El QB de Frailes no se relaciona con su entorno, no lo percibe” o, claro, no lo mienta/ no lo tematiza.

   Del párrafo anterior, podemos concluir algunas cosas:

 

1. En los ejemplos anteriores, “conciencia” no designa una cosa, ni un estrato de la mente, ni un fantasma que vive en nosotros; antes bien, “conciencia” se refiere a un tipo de acto.

 

2. El acto que caracteriza a la conciencia, según lo anterior, es el dirigirse hacia algo –ese algo puede ser un juicio (si, mientras departes con tus amigos, piensas: “Debo llegar temprano porque, si no, mis papás se preocuparán”), una fantasía (que nuestro motociclista se imagine a sí mismo embarrado en la calle) o el entorno físico (el pobre QB observa a sus compañeros en derredor y siente las cachetadas que su coach le propina).

   Pues bien: lo creas o no, ya pisamos los terrenos de la intencionalidad. La intencionalidad se refiere justo a ese acto de referirse a algo, de dirigir nuestra atención hacia cualquier tipo de contenido. Si alguien nos dice “yo percibo”, “yo pienso”, al instante nos daremos cuenta que sus expresiones están incompletas; por ello, seguramente le preguntaremos: “¿Qué percibes?”, “¿Qué piensas?”. Si lanzamos esas preguntas, es porque intuimos ya la intencionalidad: asumimos que percibir es percibir algo (la guía que tienes en tus manos, el celular con el que ahora te distraes) y que pensar es pensar algo (“Qué aburrida es esta guía”, “¿A qué hora terminará la clase?”).

 

 

 

 

1 comentario:

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