jueves, 18 de marzo de 2021

I.1. Fotografía y empatía Ilustración 1. [Fotografía de Ap]. (Palestina, 2014). La Jornada, viernes 25 de julio de 2014, en portada. Tras un bombardeo israelí a escuelas de la ONU asentadas en Palestina, una imagen dio la vuelta al mundo: tu imagen atrapada en el rectángulo de una fotografía. Te hablo a ti: te escribo como si te hablara, como si la cadena gráfica fuese mi voz que se articula frente a ti y para ti –sólo para ti- deslizándose, en este presente, por tu orificio auditivo hasta hacer vibrar los huesillos de tu oído. Ignoro cuál es tu nombre y, a decir verdad, no importa: menos aún si tu nombre carece de peso ontológico porque resume tu descripción, como quiso Russell; tampoco si fuiste bautizada según un ritual que hizo que un nombre propio –cualquiera y seguramente compartido con más de una mujer de tu comunidad- se llenara de ti para individuarte, según el argumento de Saul Kripke –sábelo: más de una vez, los filósofos confunden los planos de la universidad con la universidad misma. No conozco tu nombre y no necesito saberlo porque el lenguaje asociado a ti cede ante el hecho de que te reconozco: aquí, en este momento, las teorías del conocimiento y los métodos de abordaje de la realidad son nada frente a tu rostro sufriente, palabrería necia ante tu cuerpo abrumado de horror, recargado contra la pared para mantenerte en pie; ante tus ojos que se despeñan de pena hacia un costado; ante tu boca, borde que escinde un adentro desgarrado por el dolor y un afuera horrible de cadáveres y edificios destruidos –por ello, parece que la distinción entre adentro y afuera es inexistente; antes bien, hay un continuo entre ti y tu entorno; no una representación, ni una traducción del mundo “objetivo” al lenguaje del pensamiento: ¿un continuo que, acaso, nos obligaría a considerar y reinterpretar la tesis spinoziana? Dios es la sustancia que todo lo llena; todo es ella. Pero dice el poeta israelí Yehuda Amijai: “Dios está lleno de misericordia,/ si no estuviera lleno de misericordia/ habría misericordia en el mundo y no sólo en Él” (2001: 57). Los judíos de la Jabad creen que la relación entre el infinito divino y la finitud del mundo se establece a partir de un “salto” –esto es, no hay gradaciones en el ser ni relación causal alguna entre Dios y lo ente: Dios es, en sentido estricto, totalmente Otro. Para que hubiera mundo, Dios debió crear un vacío que lo albergara. No te conozco; no sé tu nombre, no puedo tenderte la mano, no escucho tu llanto porque sólo apareces como una imagen a dos dimensiones, impresa sobre la portada del diario; sin embargo, tu dolor me resulta insoportable. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo puedo adoptar una actitud personal ante algo que, en sentido estricto, es una imagen impresa a tinta sobre papel periódico? III.2. La habitación Ahora pienso en ti, Adriana. Es cierto que esto se ha tornado una práctica cotidiana –cuando, de pronto y sin anuncio alguno, tu rostro me sale al paso a mitad del vagón o en medio de una clase-; sin embargo, en este momento, pensarte cobrará un matiz específico y se concentrará en uno sólo de tus momentos conmigo: ahora pienso en ti, toda luz, tendida en mi habitación. ¿Por qué el hecho de saberte ahí, enmarcada por la habitación, se vuelve significativo? ¿En qué consiste la habitación? ¿Cuál es su sentido, ese sentido que hace de tu estar en su interior algo tan relevante? En sus diversas variaciones, la habitación posee, por lo menos, tres características ligadas entre sí: (1) es un espacio cerrado (2) que alberga lo mío y (3) en el cual me entrego al sueño. Mircea Eliade afirma que existe un paralelo entre la experiencia del creyente y del ateo en lo referido al espacio: para ambos, éste no es homogéneo, axiológicamente hablando. Al hombre religioso, la experiencia del espacio le muestra la existencia de fracturas, lugares en los cuales la divinidad interviene en el mundo con su presencia: iglesias; montes, bosques o cuerpos de agua sagrados. La experiencia estas fracturas también están presentes y el mundo, así, no es un mera extensión que enmarca lugares de valor equivalente. Si bien el hombre arreligioso no participa del panteón colectivo, sí posee una mitología personal En su poema “De habitación y alcoba”, escribe la venezolana, Hanni Ossott: “De mi alcoba yo no me mudo/ voy con ella/ -me la dieron/ es mía, nada puedo hacer” (558 En la habitación me encierro y me vuelvo invisible a los otros: en ella pierdo mi carácter público y, por ello, no puedo ser objeto de ningún sujeto. Si respetamos la metáfora de la inmanencia, que entiende al cuerpo como un límite entre un afuera, ajeno a mí, y un adentro que esencialmente soy yo, podemos apuntar una característica fundamental de la habitación: en ésta, los límites del ego se distienden; por ello, que tú yazcas en mi habitación es como decir: “entras en mí”. En Antropología, así como en otras disciplinas sociales, se distingue entre lo público y lo privado, categorías a partir de las cuales se ordena el espacio social y, con ello, el desenvolvimiento de los individuos por éste. Nora Rabotnikof (1998) establece tres criterios a partir de los cuales esta dicotomía cobra sentido: colectivo/ dimensión individual, visibilidad/ ocultamiento y apertura/ clausura. Según el primero, lo privado es aquello que resulta “de utilidad e interés individuales”, aquello que “en su origen, pretende sustraerse [al] poder público” (1998: 4). El segundo criterio entiende a lo privado como lo “que se sustrae a la mirada, a la comunicación y al examen […] lo más protegido” (1998: 4). Por fin, el criterio apertura/ clausura “lo que se sustrae a la disposición de los otros” (1998: 5). La habitación no es un trozo del mundo circundante al cual me he III.3. Ver por los ojos muertos: el escorzo y la vivencia del espectro. Conclusión. Imposibilidad y pathos Ff Para la bibliografía Amijai, Yehuda (2001), Dios lleno de misericordia, Poesía hebrea contemporánea, Hiperión, Madrid: 57. Ossott, Hanni, De habitación y alcoba, Antología histórica de la poesía venezolana del siglo XX (1907-1996), Editorial de la Universidad de Puerto Rico, San Juan: 555-563. Rabotnikof, Nora (1998), Público-privado, Debate feminista, 18, México: 3-13.

 

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Ilustración 1. [Fotografía de Ap]. (Palestina, 2014). La Jornada, viernes 25 de julio de 2014, en portada.

 

 

 

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