No puedo agregar más sobre los sentimientos de mi hijo, en este poema deshila sus tristezas, sus anhelos y sus lugares favoritos, los que gustaba recorrer. Recuerdo el día que el neurólogo preguntó, después de haber dado un pronóstico poco favorable de mi situación: “Por qué llora, señora?” y tú, queridísimo hijo, pusiste tus manos sobre mis hombros para darme fuerza; tu tío Alfredo estaba con nosotros y a salir del consultorio, nos abrazamos los tres para llorar.
https://drive.google.com/file/d/1wOugnLBT8JJ-83dvkBnHa5BUlgItQv7t/view?usp=sharing
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