Universidad del Claustro de Sor Juana
Colegio de Filosofía y Letras
Seminario de Tesis IV
Profesor: Emilio García
Alumno: Ana Cristina Sosa Cazarín
Tema de Investigación: El problema de la cosificación o ‘reificación’ desde el planteamiento de la Teoría Crítica en Max Horkheimer.
Antecedentes:
Antes de ahondar en el desarrollo de lo que Horkheimer concibió como ‘teoría crítica’ a su crítica social y política en conjunto con su propuesta filosófica, me centraré primeramente en sus influencias que aportaron al desarrollo de su pensamiento, tales como fueron: Kant, Shopenhauer, la preocupación por la justicia social de la ética judía, la psicología Gestalt y sobre todo algunos de los elementos que recibió, (como muchos otros pensadores dentro del Instituto de Investigación social de Frankfurt) de la filosofía marxista.
De ésta última, retomaré algunos conceptos clave para concatenarlos al problema de la cosificación; un tema que puede revisarse en el pensamiento de Karl Marx como antecedente fuerte e influyente a lo que posteriormente se expondrá con la “Crítica de la razón instrumental” en Max Horkheimer.
Para ello me interesa rescatar los elementos tocantes al tema de la instrumentalización, la objetivación, enajenación y por supuesto la cosificación que se presentan, sobre todo en la crítica política y social que realizó Marx en su obra “Introducción general a la crítica de la economía política/1857” de donde surgen dichos conceptos, su análisis al sistema económico y las consecuencias que ya preveía en el ámbito de las relaciones humanas y por supuesto como conjunto en las relaciones sociales.
Aunque, a diferencia de otros pensadores marxistas Horkheimer nunca consideró que la teoría crítica se dirigiera a una clase social específica ni pudiera ser pensada como una emancipación para el proletariado, resulta fundamental extraer los conceptos que el planteamiento marxista logró ver en su época para entender el giro que le dieron posteriormente pensadores como los de la Escuela de Frankfurt.
A continuación haré una revisión conceptual en Karl Marx en su obra Introducción general a la crítica de la economía política/1857 a partir del cual señalaré los conceptos clave necesarios a rescatar como antecedente y posteriormente como análisis al problema de la cosificación.
Análisis sobre el problema de la cosificación en Karl Marx desde su ‘Introducción general a la economía política’:
Primera parte.
En esta primera exposición que realiza Marx sobre las formas en que se ha construido la imagen del individuo en distintas etapas de la historia, lo que quiero señalar primeramente es de qué manera el concepto de individuo logra transformarse y cambiar de manera drástica principalmente a partir del siglo XVIII. En el primer señalamiento que hace el autor sobre las relaciones del individuo frente a los medios de producción como una crítica a lo que él llama la ‘ilusión ilustrada’, de concebir al individuo como un ente aislado, es justo denunciar que: la producción de los individuos está socialmente determinada pero ello sólo puede darse o tener un sentido en la medida en que se considere al sujeto no como un ente aislado, sino como parte de un todo mayor, parte de un conglomerado; esto quiere decir, desde mi lectura que nos encontramos su-jetos a un montón de determinaciones externas que no sólo se ciñen al ámbito social, puesto que también se muestra crítico frente al concepto de ‘animal político’ en donde nuestra relación se encuentra afectada y transformada no sólo al ser partícipe de una comunidad, sino que va más allá de eso, nos encontramos también sujetos como entes partícipes de la naturaleza, de un medio o mecanismo global que incluye otras determinaciones. En este punto el problema que pone de relieve es que es a partir del siglo de las luces que se crea una ‘ilusión del hombre’, de un individuo fuera del campo de estas determinaciones externas, en cuyo caso podríamos considerar un antropocentrismo siguiendo esta etapa a la que se refiere Marx, de conceptualizar a un individuo ‘en sí mismo’, fuera de su medio. Así entendido la crítica del individuo frente al concepto de ser sujeto radica en la relación con su medio que en el caso del individuo como habíamos mencionado se encuentra aislado y aún más, objetivado. Este punto habrá que tenerlo presente en un primer plano frente a lo que después conllevará la construcción de un individuo dentro de la concretización del concepto de la ‘sociedad civil’ y dentro del cual se expone de manera más clara la ilusión del concepto de hombre, así como puede verse también la problemática que surge con las relaciones tanto con otros individuos, como las de producción y de trabajo.
Ahora bien, para comenzar a entrelazar el concepto de individuo aunado al de la construcción de la sociedad civil, aquí Marx inicia haciendo una referencia al contrato social de Rousseau que suele entendérsele ingenuamente como un naturalismo, cosa que denuncia Marx es completamente falsa puesto que sigue este supuesto de concebir al hombre ya no como un ser perteneciente a sus relaciones laborales como por ejemplo sí se reconoce de manera directa bajo los medios de producción que conformaban, por ejemplo el sistema feudal donde su medio de trabajo es comunitario; lo que no ocurre en cambio dentro del proceso de la sociedad civil cuyo eje se centra en una sociedad ‘nueva, de libre competencia’ en donde lo que se hace es justo disociar al individuo de sus medios de trabajo, de producción, apareciendo de esta forma como si estuviera desprendido de sus lazos externos donde incurre de manera directa su cirulo no sólo laboral, sino social.
En esta otra forma de desvinculación social y laboral lo que considero a rescatar a partir de esta separación del individuo de sus formas materiales como modo de existencia con el mundo exterior, es su forma instrumentalizada que comienza a operar en una relación paradójicamente desvinculada con su medio, lo que quiere decir que no puede apropiarse directamente de las formas externas para las que sirve o contribuye, puesto que está dado en este sentido únicamente en el modo en que sirve para su medio o si se quiere (un medio) sin un reconocimiento de sí como partícipe dentro de una sociedad, sino como un mero medio para fines exteriores de los cuales, hemos dicho ya se encuentra en un primer plano deslindado:
“(…) Solamente al llegar el siglo XVIII con la ‘sociedad civil’, las diferentes formas de conexión social aparecen ante al individuo como un simple medio para lograr sus fines privados, como una necesidad exterior. Pero la época que genera este punto de vista, esta idea del individuo aislado, es precisamente aquella en la cual las relaciones sociales (generales según este punto de vista) han llegado al más alto grado de desarrollo alcanzado hasta el presente.”
En este punto pues la denuncia de Marx en la relación social instrumentalizada de medios a fines radica justo en el carácter propio de una sociedad capitalista que necesita conformar una sociedad civil que funcione como ya mencioné en base a individuos conformados y disociados de su medio, sin embargo este proceso de enajenación, de exclusión nos lleva a replantear el modo en que los individuos se relacionan, ya que el carácter de cosificar u objetivar es mutuo, por un lado se necesita que el individuo frente al otro (o lo otro) no se reconozca como parte de él, de hecho entre más ajeno le aparezca su medio con el que produce, crea y demás mayormente será manipulado y usado para otros fines; y por otro lado este punto de distanciamiento ilusoriamente también, podemos decir ‘fuera del campo de las determinaciones’ este individuo a la vez necesita de su propia instrumentalización, necesita primero reconocerse a sí mismo como medio, es decir objetivarse y abstraerse de su medio para poder ‘servir’ a otros fines. Esta ambivalencia resulta peculiar en este proceso ya que en esta objetivación de sí, el hombre sólo puede ser individualizado o individualizarse en sociedad: lo cual quiere decir que aún dentro del proceso cosificante se necesita de otro para poder disociarse de él, es paradójicamente a través del otro que puedo en este caso, afirmar mi objetivación, así me sirvo del otro como medio, para saberme a mí mismo como un instrumento.
Ahora bien, otro punto que quiero rescatar de la problemática social de la que se expone particularmente hablando de la producción en general, sus medios y sus formas de determinarse a lo largo del proceso de desarrollo histórico es la mención repetida que hace Marx y que forma parte de su postura materialista es el hecho de que logra evidenciar las formas externas en que se concretiza o materializa una ideología imperante, en este caso sería el proceso de la sociedad civil aunada al capital como un instrumento de producción; en este caso las determinaciones externas que afectan al sujeto son múltiples: “Las determinaciones que valen para la producción en general son precisamente las que deben ser separadas, a fin de que no se olvide la diferencia esencial por atender solo a la unidad, la cual se desprende ya del hecho de que el sujeto la humanidad, y el objeto, la naturaleza, son los mismos.” En este caso si bien se refiere concretamente a la dialéctica entre estos componentes expresados en tanto sus formas generales como particulares lo que me interesa es reconocer que dentro de este campo de determinaciones tanto las formas concretas materiales como lo es el capital por ejemplo tienen injerencias directas con el sujeto que lo alienan y lo conforman dentro de una unidad, en este caso en tanto instrumento(s) de producción en donde todas las partes involucradas en el proceso industrial se objetivan mutuamente y se necesitan para darse una existencia propia dentro del sistema. El capital, dice Marx “entre otras cosas, es también un instrumento de producción es trabajo pasado, objetivado. De tal modo el capital es una relación natural, universal y eterna.” Evidentemente aquí, a lo que se refiere al sujeto y su relación con el capital resulta de la forma en que ambos son objetivados en un proceso interno-externo como instrumentos de producción, ambos sirven y tiene sentido sólo en la forma en la que se constituyen ya sea en su forma servil (que sirve para...) su condición valorativa (y en este sentido habría que entender cuál es el valor que tiene un trabajador y en qué condiciones) y consecutivamente su carácter cuantitativo.
Conforme a estas relaciones directas e injerencias de la producción (no como ente abstracto) sino como forma determinante y apropiación del medio social, cultural, geográfico, etc. Hay un punto importante que mencionar respecto a la crítica que hace Marx ya sea a la poca falta de entendimiento sobre la estrecha relación que hay entre el desarrollo de un pueblo industrial y la manera en que alcanza sus determinaciones históricas, lo cual lleva (o le lleva) a explicar el concepto de la propiedad privada como un modo particular de materializar una determinada concepción del desarrollo económico en una sociedad y a la vez una forma de apropiación, de dominio sobre lo otro, es interesante ver que por ejemplo los alcances que tiene este análisis marxista cuyas repercusiones hoy día se han ampliado y han alcanzado distintos niveles de objetivación en la cual la propiedad privada de la que uno puede dominar, explotar, vender o comprar prácticamente van desde órganos vitales o partes corporales, ADN, información personal, la misma informática, o simplemente lo rentable o costeable que puede sostener la elaboración de una idea dentro del campo mercantil (sin mencionar problemas tales como el de tráfico de órganos, la trata de personas o cualquier medio de explotación animal o ambiental). Con esto Marx señala que el tratamiento que se le ha dado por parte de los economistas a la historia de la producción respecto a (y a diferencia de) la distribución radica en que a la producción se le asume como una especie de ente u órgano social al cual obedece a ‘leyes eternas de la naturaleza’ las cuales se han supuesto como independientes a la historia, hecho que por supuesto desmiente Marx pues lejos de ser, como él mismo da cuenta de ello, una tautología es un hecho completamente falso cuyo presupuesto (el de establecer a las relaciones burguesas como leyes naturales) no puede sostenerse por el simple y llano hecho de que dichas leyes de producción dentro de un sistema social particular se encuentran determinadas por sus formas concretas de pensamiento que irremediablemente se dan en las circunstancias históricas lo cual ocurrió con el concepto de propiedad, cuyo origen resulta de su relación contrapuesta: la propiedad como forma de apropiación de la actividad humana en general sólo se pudo dar por la no propiedad. La historia como dice el autor, muestra que la forma primigenia es la propiedad común y no al revés, lo cual hace comprensible el paso de sistemas de producción históricos que fueron desde lo primitivo como la recolección, la caza hasta la agricultura y de ahí al esclavismo al feudalismo. Evidentemente a lo que se refiere Marx a este respecto es que sus formas de realización personal, su relación con lo otro, sus formas de apropiación por medio de la creación de la propiedad privada habían generado todo un sistema no ya colectivo sino de apropiación, dominación sobre el resto que al individuo le aparece como una exterioridad y que como ya dije no puede reconocerse en ella; sin embargo aquí lo importante es mostrar como la dialéctica entre ideologías tan distintas como lo ha sido históricamente los distintos sistemas de producción determinan las condiciones de vida, las relaciones sociales, las relaciones materiales (sujeto-objeto) y conforme a ello es tanto la ideología como los medios materiales los que se determinan mutuamente, nadie evidentemente diría que las condiciones sociales entre un esclavo, un siervo o un asalariado son las mismas, pero detrás de ello hay distintas maneras que afectar o impactar a un individuo en sus relaciones personales o sociales dentro del modo de vida del que son partícipes, (se reconozcan como parte de él o no).
Lo anterior lo referiré a la respuesta breve que da Marx a esta cuestión:
“Toda producción es apropiación de la naturaleza por parte del individuo en el seno y por intermedio de una forma de sociedad determinada. En este sentido, es una tautología decir que la propiedad (la apropiación) es una condición de la producción. Pero es ridículo saltar de ahí a una forma determinada de la propiedad, por ejemplo, la propiedad privada. Lo cual implica a demás, como condición, una forma contrapuesta: la no propiedad.) La historia nos muestra más bien que la forma primigenia es la propiedad común (por ejemplo, entre los hindúes, los esclavos, los antiguos celtas, etc.)
(…) No está en cuestión todavía en este punto el problema de si la riqueza se desarrolla mejor bajo esta o aquella forma de propiedad. Pero decir que no se puede hablar de una producción, ni tampoco de una sociedad, en la que no exista ninguna forma de propiedad, es una tautología. Una apropiación que no se apropia nada es una contradictio in subjecto [contradicción en los términos]”
Con base en esto, el análisis de la producción actual dentro del desarrollo de la sociedad industrial tiene una injerencia directa en el cambio que se va a suscitar en las relaciones humanas, ello lo pone de manifiesto Marx cuando analiza el paso de las relaciones de producción, distribución y consumo al impacto que éstas generan a la sociedad y sus relaciones recíprocas dentro de ella.
En primer lugar, este proceso de compra-venta refleja un movimiento que pasa de la parte que interactúa y depende de la colaboración propia de la sociedad y su fuerza de trabajo en relación con la parte resultante estrictamente dirigida al individuo. En este proceso, partimos del caso en que los medio de producción responden a necesidades humanas, la distribución las determina en proporción al que el individuo participa de estos productos; el cambio representa el término medio (junto con la distribución) para cambiar dichos productos y finalmente en el consumo, los productos se convierten en objetos de disfrute, de apropiación individual. En dicho movimiento hay un rompimiento del medio social con el individuo, de modo que se disocia el objeto comprado, de sus medios de producción para el individuo: nos apropiamos del objeto, lo hacemos nuestro y sin embargo lo disociamos del medio al que está determinado y por el cual fue necesaria toda una red social de trabajo para que resultara el producto de dicha necesidad adquirida.
Así, pues es en el último punto de llegada del proceso donde se rompe la comunicación del individuo con su medio: “(…) en el consumo el producto abandona este movimiento social, se convierte directamente en servidor y objeto de la necesidad individual a la que satisface en el acto de su disfrute.” Aquí es donde el carácter individualista sale a resurgir como un constructo del yo moderno, no hay una conciencia de ser su-jeto, no nos damos cuenta de las determinaciones externas, lo que existe es el objeto y yo, el objeto al cual deseo apropiarme para que, entonces sí, el concepto de propiedad privada tenga sentido en esta relación di-social, así no es el otro, el que me reconoce como sujeto, como parte de una comunidad; es lo otro, lo objetivado, lo apropiado, lo que está a mi servicio lo que me permite afirmarme como individuo.
Éste es un problema que a la vez invierte el sentido de la relación del sujeto con el objeto y viceversa, esta cita de Marx al respecto me parece ilustra este problema que se da dentro de las relaciones sociales, las laborales y económicas a su vez: “En la producción la persona se obietiviza, en el consumo la cosa se subjetiviza. En la distribución la sociedad asume la mediación entre la producción y el consumo por medio de determinaciones generales y rectoras; en el cambio la mediación se opera a través del fortuito carácter determinado del individuo.”
En este punto ocurre un proceso invertido, como ya había señalado anteriormente, el individuo al asumirse y al asumir al otro como un medio, necesita de la objetivación y es justo en este punto en donde la relación de un individuo respecto a su fuerza de trabajo se encuentra disociada puesto que todo producto, como ya dijimos debe servir para algo más y no tienen un fin en sí y por sí, que entonces su productor necesariamente necesita someterse a dicha instrumentalización, los medios de producción en este caso son eso, los medios necesarios para objetivar un producto que al ser consumido y por tanto apropiado (pasar a ser propiedad de otro) se subjetiviza, es decir se hace aprehensible por un individuo que necesita de dicha condición cosificante para seguir a su vez disociado de su medio, de su relación con el otro, y por supuesto seguir manteniendo la perspectiva de no ser su-jeto a nada externo.
Ahora bien en esta relación doble subjetiva-objetiva, se da a su vez una interrelación mutua entre el consumo y la producción, Marx explica que tanto el acto mismo de producción es también en todos sus momentos un acto de consumo (y viceversa)en donde desde la fuerza de trabajo (el individuo mismo) al producir no sólo desarrollo sus capacidades, las gasta también; necesita consumirlas en el acto mismo de la producción, lo mismo ocurre con los medios de producción que se emplean y usan simultáneamente. En dicha interrelación mencionada el autor inicia señalando que “la producción es también inmediatamente consumo. Doble consumo, subjetivo y objetivo: el individuo que al producir desarrolla sus capacidades, las gasta también, las consume en el acto de la producción exactamente como la reproducción natural es un consumo de fuerzas vitales.” Con ello, no olvidemos que ésta dialéctica entre la subjetividad-objetividad, producción-consumo no sólo refiere al campo de las relaciones económicas, la comparación y la repercusión que tiene este movimiento social se da en todas sus atmósferas, esto indica que la unidad en la que se mueve dicha relación consumo-venta se genera a diferentes niveles en las relaciones personales, que como había mencionado ya establecen una problemática en cuanto al carácter objetivador y reduccionista en el reconocimiento de un yo y otro.
Para ahondar más en esta cuestión retomaré el proceso invertido que ocurre dentro de la esfera de la producción que dijimos mantiene un carácter o conjunto de trabajo social hasta su movimiento último cuando finaliza en el consumo de donde se desprende el carácter comunitario o de la fuerza de trabajo al ser apropiada por un individuo; así pues justo en esta aparente dualidad Marx menciona que si bien:
“En la primera, el productor se objetivaba; en la segunda, la cosa creada por él se personificaba. Por consiguiente, esta producción consumidora –aun cuando sea una unidad inmediata de producción y consumo es esencialmente diferente de la producción propiamente dicha. La unidad inmediata, en la que la producción coincide con el consumo y el consumo con la producción, deja de subsistir su dualidad inmediata”.
En este campo pues aunque siempre se mantiene una disociación de un individuo frente a su medio en la unidad en la que juega el papel entre la producción y el consumo se conforma no una unión, sino una unidad en la que ambas partes se necesitan entre sí para darse existencia mutua. De este modo: para sabernos individuos primeramente hay una deconstrucción de un sujeto con su medio, es decir no podemos separarnos de algo, disociarnos de lo otro a menos que antes nos hayamos reconocido como parte de él y sin embargo la dialéctica social en esta aspecto desde sus diversas áreas (económicas, políticas, culturales, etc.) conlleva siempre un movimiento positivo-negativo de reconocimiento y distanciamiento, pues ya concebidos como individuos (entendiendo su sentido negativo, separado de) las relaciones o condiciones de existencia dentro de la individualidad y lo social, lo subjetivo y objetivo es en realidad siempre parte de éste, en cuyo caso la dualidad que permea a todo el sistema es la aparente, necesitamos distinguirnos para volvernos a unir y viceversa. En este campo las relaciones sociales, todas en tanto obedecen a un mismo sistema (industrializado) exigen a su vez que tanto la productividad como el consumismo se apropien de todas las formas concretas de existencia en la que nos movemos cotidianamente y a este respecto, cada proceso (producción-distribución-cambio-consumo) es inmediatamente su opuesto:
“La producción es mediadora del consumo, cuyos materiales crea y sin los cuales a este le faltaría el objeto, Pero el consumo es también mediador de la producción, en cuanto crea para los productos el sujeto para el cual ellos son productos. El producto alcanza su finish [realización] final solo en el consumo. (…)
“(…) Sin producción no hay consumo, pero sin consumo tampoco hay producción ya que en ese caso la producción no tendría objeto.
Así pues tanto la producción está determinada por el consumismo y al mismo tiempo el consumo necesita de los medios de producción para su realización última. Esto puede simplificarse aludiendo a las leyes de mercado conocidas como oferta y demanda.
Sin embargo en dichas relaciones socioeconómicas, hay un factor determinante y que pone de relieve el problema de la cosificación, así como el empleo de la objetivación e instrumentalización en sus formas de apropiación individual, este aspecto conlleva el papel del consumo referente a todo lo demás puesto que es desde el consumo de donde se crea la necesidad de una nueva producción y por lo tanto el móvil ideal de la producción como lo refiere Marx en una especie de impulso interno. De esta manera el consumo o el consumir es lo que mueve a todo el sistema productivo, lo mueve y en última instancia es el que crea el objeto a desear, le da su sentido en tanto lo muestra como finalidad última. En este desarrollo el mayor alcance que tiene la forma de consumo en el sistema capitalista recae en el hecho que Marx menciona en el cual “el consumo pone idealmente el objeto de la producción, como imagen interior, como necesidad, como impulso y como finalidad. Ella crea los objetos de la producción bajo una forma que es todavía subjetiva. Sin necesidad no hay producción. Pero el consumo reproduce la necesidad.”
Esta necesidad intrínseca pone de relieve una de las problemáticas de consumismo masivo que se han ido gestando en los últimos años donde la explotación y el uso (o abuso) de los medios de producción (humanos, tecnológicos, ambientales, etc.) refleja sólo una pequeña parcela en el problema dentro del curso exponencial al que nos hemos situado mediante la producción y la acumulación (simultáneamente). Aquí lo que me interesa analizar es la forma en que estas relaciones de oferta y demanda se han ido extrapolando a las relaciones sociales e interpersonales, con lo cual podríamos situar al individuo (sí como un sujeto) pero en este caso un sujeto de consumo este es el cambio de paradigma que da un nuevo paso a la forma en que nos relacionamos con todo lo demás: es el ser humano el que se pone al servicio del objeto desea, pues la necesita, depende de ésta ¿y cómo no serlo? Si se antepone a ésta como imagen interior, como impulso y finalidad. Así pues, somos sujetos a determinaciones co-dependientes de la objetivación, de una creación ideal de la necesidad de la posesión, del consumo y de la apropiación de objetos, a la vez y consecutivamente de la necesidad de objetivarnos, diferenciarnos o enajeranos respecto de lo otro.
Este es un punto fundamental que creo logra evidenciar la problemática social de la cual Marx se mostraba crítico y que a la vez me permite rescatar todos estos conceptos que se ligan como lo es el de la cosificación, la enajenación, la objetivación y la instrumentalización, pues tanto la producción como el consumo no están ceñidos o adheridos únicamente en la esfera económica, son factores que a su vez reflejan una realidad humana de interrelaciones múltiples con el medio en que se vive.
Con ello y retomando la cita anterior respecto a la problemática del consumismo me parece importante detenerme en lo siguiente: la creación de necesidades, al igual que la creación de la propiedad privada son dos de los elementos que si bien implicaron un cambio de paradigma conceptual respecto a las formas de producir o dirigir un sistema económico, resultan ser dos fuertes pilares sobre los que no sólo se desarrolla la modernidad sino que forman parte de la ideología imperante hoy día: la apropiación de un objeto, o más aún de una persona conlleva como supuesto implícito el concepto de propiedad privada, lo que me pertenece lo que es mío, lo que puedo adquirir mediante un cambio y disponerlo a mi uso y desuso del mismo. Esta objetivación o problema de la cosificación da la pauta para el tratamiento de problemas socio-político actuales, tales como ya había mencionado la trata de personas, lo que se aúna justo con la prostitución o la explotación (ya sean personas o animales, etc.) Todo ello tiene de trasfondo el flujo cambiante de las leyes del mercado que si bien son fluctuantes dependen de la economía de países desarrollados que impactan directamente a los que dependen de éstos no sólo su economía sino todo un sistema social que a su vez depende de la importación o exportación de sus productos de mercado. En fin, la problemática afecta en muchas esferas sociales y sin embargo, el otro aspecto a mencionar, el de la creación de necesidades nos hace (ya sea consciente o inconscientemente) dependientes no sólo de nuestras condiciones de vida particulares, sino de la injerencia directa que ésta tiene con otras personas cuyo campo laboral afecta directamente en nuestras necesidades, elecciones y en general de todo aquello de lo que somos consumidores.
Segunda parte: El concepto de la Alienación
En el trabajo que realiza Marx a lo largo de sus obras, gran parte de su aportación reside en la comprensión que tenía sobre la Historia y sus formas tanto ideológicas como materiales en las que se transforma (y se ve transformada a su vez) como un proceso dialéctico en el que incurren y se refuerzan ciertas ideas dominantes dentro de la sociedad. En ella, establece por etapas los cambios cruciales que permitieron llegar a una determinada forma de apropiación, de producción o satisfacción social de la que exige el esfuerzo por reproducir o expresar dichas ideas predominantes a hechos concretos; los cuales afectan las relaciones sociales y permean a su vez todas las acciones humanas (cultura, economía, política) Todo ello permite entender por qué para Marx el momento histórico que disocia la llamada ‘prehistoria’ del resto de las demás etapas y que a su vez permite el continuo movimiento social de ésta en sus formas materiales reside de manera fundamental en la división del trabajo, es ésta la primigenia y básica forma la que obliga a reestablecerse y replantearse un modo de vida que con el tiempo y conforme el surgimiento de otras ideas imperantes como lo es la propiedad privada y posteriormente podrá reafirmarse también con el concepto de producción mercantil lo que lleva a una sociedad a transformar sus medios concretos de vida, su relación con los otros y su relación con el medio.
En este aspecto crucial Silva menciona en su texto que será a partir del cambio de ciertos paradigmas que pasan del ámbito ideológico al material, lo que da lugar a un antagonismo social entre quienes son poseedores y desposeídos, entre propietarios y expropiados de cuya dialéctica se obtiene una primera base alienadora. Silva refiere concretamente esta referencia al caso de la ideología alemana y su correlato frente a la realidad alemana. De esta forma, la construcción de la ideología dominante dentro de una sociedad dependerá de este antagonismo, de un antagonismo donde se expresan y en donde se generan esferas de poder sobre las cuales uno se pueda apropiar de ciertas condiciones materiales atendiendo al discurso que se le ejerza. En este caso el autor confiere dos formas particulares de ejecutar dicho poder, uno recae en el papel que tiene el justificar y el otro recae en el carácter de preservar:
“Las ideas dominantes -escribe Marx- no son otra cosa que la expresión ideal (ideelle Ausdruck) de las relaciones materiales dominantes, las mismas relaciones materiales dominantes concebidas como ideas; por tanto las relaciones que hacen de una determinada clase la clase dominante son también las que confieren el papel dominante a sus ideas”.
De esta manera, como Marx ya mencionaba en el texto sobre Intr. a la economía política el caso por ejemplo de la propiedad privada vendría siendo una forma determinada de establecer a la apropiación de un objeto o persona, como ya había expuesto anteriormente (siempre y cuando algo sea objetivado o instrumentalizado) de la cual no tendría otra justificación de ejercer dominio ya sea dentro del campo laboral o cualquier otro ámbito más que su expresa determinación antagónica, la forma en la que el discurso justifica ese mecanismo concreto para determinar otros mecanismos alternos en la esfera económico-social. Esta codependencia encadena una serie de conceptos, como ya había mencionado en el caso de su relación con el fenómeno de cosificar en el que dicho sistema mercantil necesita de esta apropiación para sustentar tanto el producir tanto como su distribución y consumo; no podrían existir las relaciones objetuales o reificantes sin la idea base de que somos poseedores o susceptibles de poseer algo: sin propiedad privada, el sujeto no puede adueñarse de lo otro, pero tampoco puede afirmarse o negarse ante ello sin tomar como referencia este concepto de ‘propiedad’ como lo conocemos; así, la idea antagónica de la propiedad privada confiere dos aspectos que conforman tanto el carácter de justificación como el de su preservación dentro de la sociedad y que a su vez expresan una dualidad contrapuesta en la esfera de poder: “(…) La propiedad privada, que constituye en sí misma un factor de alienación, es ideológicamente declarada como inalienable”.
En este último punto habrá que mencionar que la alienación, como modo de ‘apropiación’ y como ya había mencionado antes y también puede verse en su obra sobre Intr. A la economía política tiene parte de su origen histórico bajo el fenómeno de la llamada ‘propiedad privada’ de cuyas fuerzas productivas se expone su máximo alcance, habrá que mencionar que, para Marx la forma de contrarrestar esta alienación de las fuerzas de trabajo, de explotación, de producción, consumo etc. Tiene que ver con dos aspectos fundamentales: el primero, que consistió en su apuesta por el retorno al comunismo consiste en el momento en el que el pueblo se apropie de la totalidad de las fuerzas productivas, de este modo, en principio se busca romper con uno de los principales ejes de su desalienación, la abolición de la propiedad privada. Ahora bien hay que entender en este punto que Marx no buscaba su disolución únicamente a nivel conceptual, pues justo una de sus críticas tanto para Hegel como los neo hegelianos es que concebían esta desalienación en un nivel únicamente ideal, olvidando así, como muchos países ‘socialistas’ hoy en día que no sólo resultaría necesario abolir la propiedad privada de los medios de producción, sino también de muchos otros factores históricos que se derivan de este tipo de alienación como lo son, la división del trabajo y la producción mercantil y monetaria, sin cuya abolición es imposible superar toda ‘historia anterior’. De este modo, este desarrollo emancipador tendría que atender a las estructuras sociales concretas y no sólo limitarse, como muchos países socialistas hicieron a atacarlo a un nivel meramente de conciencia, que en efecto mucho tendría que ver las estructuras de pensamiento, pues aún en este tipo de sociedades prevalece el concepto de la propiedad privada en las ideas, y sobre todo, del derecho a la crítica y a la disensión.
Dada esta necesidad, Marx considera que no basta con el ‘comunismo pensado’, sino que habría que aterrizarlo a un comunismo real para acabar en definitiva con estos procesos de alienación en el individuo.
En todo ello, hay que mencionar que al menos hay otros dos factores que Marx consideraba determinantes para llevar el proceso del comunismo real y fáctico dentro de la emancipación de esta alienación. Estos dos conceptos que desde Marx hay que derrocar también son, dentro del ámbito de la alienación ideológica: el de concebir al dinero como ‘necesario’ y dentro de ello el de pensar que ‘siempre’ tiene que haber un ‘cambio’ o intercambio. Silva, refiere a ello en lo siguiente: “El dinero es una mercancía; es, además, un medio esencial a o un poder, pues impide que el patriotismo se fosilice, lo mantiene líquido y lo hace circular. Si conoces un medio de cambio mejor, perfectamente, pero pronto se convertirá también en dinero”.
Esta crítica que hace Marx referirá posteriormente al de la economía clásica de cuyo presupuesto parte (erróneamente) se basa en considerar ‘el intercambio monetario, capitalista como algo “congénito a la naturaleza o esencia humana”.
Bibliografía:
- Zabludovsky, Gina, “La escuela de Frankfurt y la crítica a la modernidad: Un acercamiento al pensamiento de Max Horkheimer y de Herbert Marcuse”, UNAM, México, D.F, 1996, 57pp.
- Marx Karl, “Introducción general a la crítica de la economía política/1857”, Trad. Aricó José, Tula Jorge, Edit. Siglo Veintiuno, Madrid. España, 1989, 122pp.
- Referencia electrónica:
- <http://blog.chavez.org.ve/wp-content/uploads/2010/06/Trascripci%C3%B3n-Ludovico.pdf>
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