El permanecer más allá del tránsito vital, la trascendencia; a través de una imagen, de un recuerdo o de un legado.
Muchas personas desean trascender, dejar una marca, un sello, un grabado en la mente y el corazón de los otros.
Los nombres con sus respectivos apellidos nos distinguen y confirman nuestra autenticidad, nuestra originalidad, nuestro ser único y yo, como ser independiente y único, deseo ser recordado pero sé bien que esto será solamente mientras quienes me conocieron permanezcan en este mundo, quienes recibieron palabras o manifestaciones amistosas y, si no fuera buen pagador, seguramente me recordarían alguno que otro antiguo benefactor.
Me resulta difícil escribir sobre la trascendencia pues considero que es un acto subjetivo y exclusivo: es subjetivo porque quienes llevan a cabo el acto de recordar, lo harán a partir de la experiencia que hayan vivido en compañía o a través de referencia de otro; es excluyente, sólo se logran la trascendencia los sujetos cuyo valor y aportaciones a la humanidad son útiles, pero esa utilidad sólo se aprecia por los sectores sociales que se identifican con el sujeto que trasciende; de ahí que surja una nueva característica de la trascendencia y es la que consiste en su relatividad en ámbitos y en tiempo.
¡Ay, hijito! ¡Cuánta disertación y cuánto rollo! Yo sigo lapostura de Emanuel Lévinas, que pensaba que debíamos ser para los otros, dejar una huella, heredar beneficios a la humanidad, sin pensar en la cantidad ni calidad de los herederos.
Tú fuiste así, recuerdo que te comenté varias veces que eras un amigo excepcional y un mejor padre e
hijo.
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